Mi primer recuerdo de felicidad, cuando era una mocosa huesuda y
desgreñada, es moverme al son de los tambores. La música es un viento que se lleva los años, los recuerdos y
el temor, ese animal agazapado que tengo adentro. Con los tambores
desaparece la "misma" de todos los días y vuelvo a ser la niña que
danzaba cuando apenas sabía caminar....
Golpeo el suelo con las plantas de
los pies y la vida me sube por las piernas, me recorre el esqueleto, se
apodera de mí, me quita la desazón y me endulza la memoria. El mundo se
estremece. El ritmo sacude la tierra, me
atraviesa como un relámpago y se va al cielo llevándose mis pesares....
Los tambores vencen al miedo. Los tambores son la herencia de
mi tierra, la fuerza de Venezuela, esta tierra que aunque no está en mi sangre, pues mis padres son extranjeros, si está en mi sentir, en mi ser. Nadie puede conmigo
entonces, me vuelvo arrolladora, diosa del movimiento de caderas, diosa del baile....
Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio, o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.
Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estas triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran solo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.
Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuantas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.
Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el medico, y esperan al novio ilusionadas con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.
Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.
Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Solo hay que saber mirar mas allá del tipazo, de los ojazos ,de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigo de la forma y enemigo del alma. Vértigo de divas, y llanto de princesas.
***Las verdadera belleza esta en las arrugas de la felicidad***
Mario Vargas Llosa
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Las mujeres de Venezuela somos responsables de nuestros hijos, no podemos quedarnos sentadas y perder el tiempo...
Las
mujeres de Venezuela en general tienen que saber que esta bien ser como
somos, debemos ver nuestra forma de ser como una fortaleza, liberarnos
del miedo y romper el silencio....
Hay que bailar en una danza exotica, hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros...
Estupendo lo que escribes. El vídeo es buenísimo. Gracias por todo ello.
ResponderEliminarBesos
Y luego dicen que es el tercer mundo, ya podrían aprender algunas madres de lo que ese nombre significa. Gracias bonita por la entrada
ResponderEliminarMagnífico el pasaje elegido de Mario Vargas Llosa y completamente apropiado para el momento.
ResponderEliminarComo siempre es un lujo entrar en tu casa.
Un beso y mi admiración.
Sí el camino es largo para todas...cuan fuertes y leales somos las mujeres a pesar de los pesares.
ResponderEliminarbesos.
pt.
Cuando esculpió el cincel tu fiel retrato
ResponderEliminarbajo el sol presocrático de Lerna;
cuando Amón se extravió en tus magras piernas
y sometió a tu piel su virreinato;
cuando sembró tu vientre de almas tiernas
seducido por tu ánima de gato
y, franqueado el hierático arrebato,
se sumergió en la placidez eterna,
fue por tu mano su existencia herida:
de ardiente fuego en llama consumida,
por arte de la daga, transformada.
De doble oficio, madre y homicida,
tu labor de parir le dio la vida,
tu labor de matar le dio la nada.
SI NO BAILAMOS, MORIMOS!!
ResponderEliminarTE AMO :)
BESOS MILES
Madre mía, eres todo música, eres todo letra... y tu blog, cada vez que lo recorro, me parece más espléndido. El palacio perfecto para tus idas y venidas en este mundo de conjugaciones y definiciones... o algo así...
ResponderEliminarUn abrazo, y felicidades.
Mario
Que no dejen de sonar nunca los tambores.
ResponderEliminarYo toco el mio para los corazones de quien lo escuche.
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ResponderEliminarVivan las mujeres venezolanas!!
ResponderEliminarRocio
¡Qué maravilla de ritmo el de los tambores! ¡Qué modo de bailar! Es un gustazo veros, un gustazo de los auténticos.
ResponderEliminarPrecioso post, India. Me ha encantado.
Abrazos a ritmo de tambor.
Gracias Mafalda!!! Me encanta que te encante!!!
ResponderEliminarGracias por tus palabras, India. Y un cálido abrazo desde Madrid.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti Antonio Porpetta!!!
ResponderEliminarCordial saludo caribeño