Con un canto de amor, de lágrimas, de dolor, de esperanza... así despedimos a nuestro líder, al Comandante Presidente Chávez. Un gran hombre, generoso y magnánimo, sencillo y con verbo de pueblo. Chávez es y seguirá siendo el corazón de los venezolanos que amamos esta patria grande de Bolívar.
Hasta luego Comandante Amigo.
Por una de esas paradojas que la historia reserva sólo para los grandes,
su muerte lo convierte en un personaje inmortal. Parafraseando al himno
nacional venezolano: ¡Gloria al bravo Chávez! ¡Hasta la victoria,
siempre, Comandante!
Cuesta muchísimo asimilar la dolorosa noticia del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. No puede uno dejar de maldecir el infortunio que priva a Nuestra América de uno de los pocos “imprescindibles”, al decir de Bertolt Brecht, en la inconclusa lucha por nuestra segunda y definitiva independencia. La historia dará su veredicto sobre la tarea cumplida por Chávez, aunque no dudamos que será muy positivo. Más allá de cualquier discusión que legítimamente puede darse al interior del campo antiimperialista –no siempre lo suficientemente sabio como para distinguir con claridad amigos y enemigos- hay que partir reconociendo que el líder bolivariano dio vuelta una página en la historia venezolana y, ¿por qué no?, latinoamericana. Desde hoy se hablará de una Venezuela y Latinoamérica anterior y de otra posterior a Chávez, y no sería temerario conjeturar que los cambios que impulsó y protagonizó como muy pocos en nuestra historia llevan el sello de la irreversibilidad. Los resultados de las recientes elecciones venezolanas –reflejos de la maduración de la conciencia política de un pueblo- otorgan sustento a este pronóstico. Se puede desandar el camino de las nacionalizaciones y privatizar a las empresas públicas, pero es infinitamente más difícil lograr que un pueblo que adquirió conciencia de su libertad retroceda hasta instalarse nuevamente en la sumisión. En su dimensión continental, Chávez fue el protagonista principal de la derrota del más ambicioso proyecto del imperio para América Latina: el ALCA. Esto bastaría para instalarlo en la galería de los grandes patriotas de Nuestra América. Pero hizo mucho más.
Este líder popular, representante genuino de su pueblo con quien se comunicaba como nunca ningún gobernante antes lo había hecho, sentía ya de joven un visceral repudio por la oligarquía y el imperialismo. Ese sentimiento fue luego evolucionando hasta plasmarse en un proyecto racional: el socialismo bolivariano, o del siglo veintiuno. Fue Chávez quien, en medio de la noche neoliberal, reinstaló en el debate público latinoamericano -y en gran medida internacional- la actualidad del socialismo. Más que eso, la necesidad del socialismo como única alternativa real, no ilusoria, ante la inexorable descomposición del capitalismo, denunciando las falacias de las políticas que procuran solucionar su crisis integral y sistémica preservando los parámetros fundamentales de un orden económico-social históricamente desahuciado. Como recordábamos más arriba, fue también Chávez el mariscal de campo que permitió propinarle al imperialismo la histórica derrota del ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005. Si Fidel fue el estratega general de esta larga batalla, la concreción de esta victoria habría sido imposible sin el protagonismo del líder bolivariano, cuya elocuencia persuasiva precipitó la adhesión del anfitrión de la Cumbre de Presidentes de las Américas, Néstor Kirchner; de Luiz Inacio “Lula” da Silva; y de la mayoría de los jefes de estado allí presentes, al principio poco propensos –cuando no abiertamente opuestos- a desairar al emperador en sus propias barbas. ¿Quién si no Chávez podría haber volcado aquella situación? El certero instinto de los imperialistas explica la implacable campaña que Washington lanzara en su contra desde los inicios de su gestión. Cruzada que, ratificando una deplorable constante histórica, contó con la colaboración del infantilismo ultraizquierdista que desde dentro y fuera de Venezuela se colocó objetivamente al servicio del imperio y la reacción.
Por eso su muerte deja un hueco difícil, si no imposible, de llenar. A su excepcional estatura como líder de masas se le unía la clarividencia de quien, como muy pocos, supo descifrar y actuar inteligentemente en el complejo entramado geopolítico del imperio que pretende perpetuar la subordinación de América Latina. Supeditación que sólo podía combatirse afianzando –en línea con las ideas de Bolívar, San Martín, Artigas, Alfaro, Morazán, Martí y, más recientemente, el Che y Fidel- la unión de los pueblos de América Latina y el Caribe. Fuerza desatada de la naturaleza, Chávez “reformateó” la agenda de los gobiernos, partidos y movimientos sociales de la región con un interminable torrente de iniciativas y propuestas integracionistas: desde el ALBA hasta Telesur; desde Petrocaribe hasta el Banco del Sur; desde la UNASUR y el Consejo Sudamericano de Defensa hasta la CELAC. Iniciativas todas que comparten un indeleble código genético: su ferviente e inclaudicable antiimperialismo. Chávez ya no estará entre nosotros, irradiando esa desbordante cordialidad; ese filoso y fulminante sentido del humor que desarmaba los acartonamientos del protocolo; esa generosidad y altruismo que lo hacían tan querible. Martiano hasta la médula, sabía que tal como lo dijera el Apóstol cubano, para ser libres había que ser cultos. Por eso su curiosidad intelectual no tenía límites. En una época en la que casi ningún jefe de estado lee nada -¿qué leían sus detractores Bush, Aznar, Berlusconi, Menem, Fox, Fujimori?- Chávez era el lector que todo autor querría para sus libros. Leía a todas horas, a pesar de las pesadas obligaciones que le imponían sus responsabilidades de gobierno. Y leía con pasión, pertrechado con sus lápices, bolígrafos y resaltadores de diversos colores con los que marcaba y anotaba los pasajes más interesantes, las citas más llamativas, los argumentos más profundos del libro que estaba leyendo. Este hombre extraordinario, que me honró con su entrañable amistad, ha partido para siempre. Pero nos dejó un legado inmenso, imborrable, y los pueblos de Nuestra América inspirados por su ejemplo seguirán transitando por la senda que conduce hacia nuestra segunda y definitiva independencia. Ocurrirá con él lo que con el Che: su muerte, lejos de borrarlo de la escena política agigantará su presencia y su gravitación en las luchas de nuestros pueblos. Por una de esas paradojas que la historia reserva sólo para los grandes, su muerte lo convierte en un personaje inmortal. Parafraseando al himno nacional venezolano: ¡Gloria al bravo Chávez! ¡Hasta la victoria, siempre, Comandante!
Cuesta muchísimo asimilar la dolorosa noticia del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. No puede uno dejar de maldecir el infortunio que priva a Nuestra América de uno de los pocos “imprescindibles”, al decir de Bertolt Brecht, en la inconclusa lucha por nuestra segunda y definitiva independencia. La historia dará su veredicto sobre la tarea cumplida por Chávez, aunque no dudamos que será muy positivo. Más allá de cualquier discusión que legítimamente puede darse al interior del campo antiimperialista –no siempre lo suficientemente sabio como para distinguir con claridad amigos y enemigos- hay que partir reconociendo que el líder bolivariano dio vuelta una página en la historia venezolana y, ¿por qué no?, latinoamericana. Desde hoy se hablará de una Venezuela y Latinoamérica anterior y de otra posterior a Chávez, y no sería temerario conjeturar que los cambios que impulsó y protagonizó como muy pocos en nuestra historia llevan el sello de la irreversibilidad. Los resultados de las recientes elecciones venezolanas –reflejos de la maduración de la conciencia política de un pueblo- otorgan sustento a este pronóstico. Se puede desandar el camino de las nacionalizaciones y privatizar a las empresas públicas, pero es infinitamente más difícil lograr que un pueblo que adquirió conciencia de su libertad retroceda hasta instalarse nuevamente en la sumisión. En su dimensión continental, Chávez fue el protagonista principal de la derrota del más ambicioso proyecto del imperio para América Latina: el ALCA. Esto bastaría para instalarlo en la galería de los grandes patriotas de Nuestra América. Pero hizo mucho más.
Este líder popular, representante genuino de su pueblo con quien se comunicaba como nunca ningún gobernante antes lo había hecho, sentía ya de joven un visceral repudio por la oligarquía y el imperialismo. Ese sentimiento fue luego evolucionando hasta plasmarse en un proyecto racional: el socialismo bolivariano, o del siglo veintiuno. Fue Chávez quien, en medio de la noche neoliberal, reinstaló en el debate público latinoamericano -y en gran medida internacional- la actualidad del socialismo. Más que eso, la necesidad del socialismo como única alternativa real, no ilusoria, ante la inexorable descomposición del capitalismo, denunciando las falacias de las políticas que procuran solucionar su crisis integral y sistémica preservando los parámetros fundamentales de un orden económico-social históricamente desahuciado. Como recordábamos más arriba, fue también Chávez el mariscal de campo que permitió propinarle al imperialismo la histórica derrota del ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005. Si Fidel fue el estratega general de esta larga batalla, la concreción de esta victoria habría sido imposible sin el protagonismo del líder bolivariano, cuya elocuencia persuasiva precipitó la adhesión del anfitrión de la Cumbre de Presidentes de las Américas, Néstor Kirchner; de Luiz Inacio “Lula” da Silva; y de la mayoría de los jefes de estado allí presentes, al principio poco propensos –cuando no abiertamente opuestos- a desairar al emperador en sus propias barbas. ¿Quién si no Chávez podría haber volcado aquella situación? El certero instinto de los imperialistas explica la implacable campaña que Washington lanzara en su contra desde los inicios de su gestión. Cruzada que, ratificando una deplorable constante histórica, contó con la colaboración del infantilismo ultraizquierdista que desde dentro y fuera de Venezuela se colocó objetivamente al servicio del imperio y la reacción.
Por eso su muerte deja un hueco difícil, si no imposible, de llenar. A su excepcional estatura como líder de masas se le unía la clarividencia de quien, como muy pocos, supo descifrar y actuar inteligentemente en el complejo entramado geopolítico del imperio que pretende perpetuar la subordinación de América Latina. Supeditación que sólo podía combatirse afianzando –en línea con las ideas de Bolívar, San Martín, Artigas, Alfaro, Morazán, Martí y, más recientemente, el Che y Fidel- la unión de los pueblos de América Latina y el Caribe. Fuerza desatada de la naturaleza, Chávez “reformateó” la agenda de los gobiernos, partidos y movimientos sociales de la región con un interminable torrente de iniciativas y propuestas integracionistas: desde el ALBA hasta Telesur; desde Petrocaribe hasta el Banco del Sur; desde la UNASUR y el Consejo Sudamericano de Defensa hasta la CELAC. Iniciativas todas que comparten un indeleble código genético: su ferviente e inclaudicable antiimperialismo. Chávez ya no estará entre nosotros, irradiando esa desbordante cordialidad; ese filoso y fulminante sentido del humor que desarmaba los acartonamientos del protocolo; esa generosidad y altruismo que lo hacían tan querible. Martiano hasta la médula, sabía que tal como lo dijera el Apóstol cubano, para ser libres había que ser cultos. Por eso su curiosidad intelectual no tenía límites. En una época en la que casi ningún jefe de estado lee nada -¿qué leían sus detractores Bush, Aznar, Berlusconi, Menem, Fox, Fujimori?- Chávez era el lector que todo autor querría para sus libros. Leía a todas horas, a pesar de las pesadas obligaciones que le imponían sus responsabilidades de gobierno. Y leía con pasión, pertrechado con sus lápices, bolígrafos y resaltadores de diversos colores con los que marcaba y anotaba los pasajes más interesantes, las citas más llamativas, los argumentos más profundos del libro que estaba leyendo. Este hombre extraordinario, que me honró con su entrañable amistad, ha partido para siempre. Pero nos dejó un legado inmenso, imborrable, y los pueblos de Nuestra América inspirados por su ejemplo seguirán transitando por la senda que conduce hacia nuestra segunda y definitiva independencia. Ocurrirá con él lo que con el Che: su muerte, lejos de borrarlo de la escena política agigantará su presencia y su gravitación en las luchas de nuestros pueblos. Por una de esas paradojas que la historia reserva sólo para los grandes, su muerte lo convierte en un personaje inmortal. Parafraseando al himno nacional venezolano: ¡Gloria al bravo Chávez! ¡Hasta la victoria, siempre, Comandante!
!GLORIA AL BRAVO CHAVEZ!!HASTA LA VICTORIA SIEMPRE COMANDANTE!!!
ResponderEliminarUn abrazo inmenso India Rebelde y esta lucha es para siempre!!!
Mi más sincero pésame, India, ante tan gran pérdida para el pueblo venezolano. Mis condolencias y mis oraciones por el comandante y para que el pueblo venezolano sepa dar los pasos adecuados en el camino hacia la democracia, libre de injerencias gringas o del capital. Un fuerte abrazo, Fátima.
ResponderEliminarIñaki Zubeldia
Mis condolencias al pueblo venezolano: Ha muerto un gran hombre; por el pueblo y para el pueblo. Ojalá el mundo fuese liderado por muchos personajes como Hugo Chávez. Descanse en paz: Hasta siempre comandante.
ResponderEliminarBesos compañera India Rebelde.
Querida India:
ResponderEliminarEl dolor que hoy embarga a toda la Venezuela Bolivariana y a la América Latina es el dolor que también a mi me acompaña desde el mismísimo momento en el que se anunció la muerte del Camarada Comandante Hugo Chávez F.
Desde mi condición de poeta comprometido con los ideales del socialismo creo firmemente que el legado del Camarada Presidente seguirá en el querido pueblo de Venezuela y que la revolución socialísta seguirá afianzandose más y más.
Desde mi corazón, te envío compañera camarada y, a través tuyo, mis más sinceras condolencias y mi solidaridad.
Viva Chávez, Viva Venezuela Socialista!
Que en paz descanse el Comandante Chavez. Y que el pueblo venezolano encuentre el camino para seguir su lucha por la libertad, la igualdad y la solidaridad internacional. El pueblo unido jamás será vencido. Ojalá el pueblo llano y honrado de Venezuela acierte en este su camino, lleno de intentos desestabilizadores y llenos de confusión, que intentarán las fuerzas de la derecha egoísta y aliada de los gringos. Animo y fuerza a todos los venezolanos y nuestra solidaridad internacional desde este País Vasco que también sufre los zarpazos de la mentalidad imperialista de España. Un fuerte abrazo a todos.
ResponderEliminarIñaki Zubeldia
Una gran pérdida para el mundo; sin duda, India.
ResponderEliminarLo siento mucho.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
izubeldia@movistar.es
ResponderEliminarTodo el ánimo y la fuerza para ti. Abrazo solidario desde Euskal herria, donde se rinde homenaje al Comandante. Banderas a media asta y pancartas reivindicativas en las plazas acompañando en el dolor al pueblo hermano de Venezuela.
ResponderEliminarMuxu bat Rebeca.
Agur eta ohore Komandantea!
Todos nos preguntamos en medio de este dolor tan inmenso ¿Por qué Chávez tenía que morir? Y la respuesta que sale desde lo más profundo de mi corazón es porque con su muerte todos sufrimos pero también estamos recordando su vida gloriosa, de esfuerzo de sacrificio y coraje sin igual, se está asegurando nuestro amigo, hermano, padre, guía y máximo líder que ahora más que nunca por siempre y para siempre todas y todos somos Chávez y nos ha hecho entender que vivirá inmortalizado en nuestro accionar revolucionario en cada uno de nosotros que seguiremos su legado histórico junto al pensamiento bolivariano.
ResponderEliminarCon su muerte está ratificando al mundo que era un líder para la lucha por la dignidad de los pueblos y la salvación del planeta, no lograron ni con las mentiras ni el odio que intentaron sembrar en injurias en tu contra no pudieron contigo, no podrán jamás Comandante Invicto y es por ello como vemos que ese mundo por el que luchaste amado Comandante hoy se detiene desde todos los rincones para dar no un adiós a sus restos mortales, lo hace para decir en una frase que cambio la historia venezolana como lo fue su “Por Ahora”, el mundo dice te fuiste físicamente por ahora, pero resurges cual Ave Fénix en los corazones y pensamientos que se convierten en reflexión para emularte y seguir siendo ahora más que nunca con orgullo CHAVISTAS.
Ahora Chávez es inmortal se convierte de hecho y de derecho en un icono de la Historia Universal ha quedado sembrado en nuestros corazones desde donde vivirá eternamente de generación en generación su lucha seguirá en cada venezolano que nazca en los hogares Chavistas e incluso aquellos que no compartieron sus ideales en este momento muchos de ellos deben estar reconociendo el porqué de su lucha y seguro estoy están reflexionando porque Chávez con su muerte a ellos también los hará mejores seres humanos.
Amado comandante tu esfuerzo no será en vano, tu no araste en el mar lo hiciste en tierra fértil y cada una de las lágrimas que hemos derramado pero a su vez están cargadas no solo de dolor vienen acompañadas del orgullo de ser tus seguidores y nos permiten ser mejores y emularte para seguir construyendo nuestra gran nación Venezuela, cumpliremos con las 5 tareas históricas que nos dejas y seguiremos levantando la Bandera del Socialismo Bolivariano en Democracia.
Nos heredas la patria independiente y soberana, nos heredas sentirnos orgullosamente venezolanos, rescataste el ideario y legado bolivariano y de todos nuestros héroes y nos hiciste sentir de dónde venimos, quienes somos y hacia dónde vamos y vamos todos en Unidad, Batalla y Victoria hacia la consolidación del Socialismo Bolivariano y la salvación de la vida en el planeta.
Gracias mis queridos amigos por sus mensajes de aliento y solidaridad...
Gracias...