He contado a algun@s de ustedes que ultimamente me encuentro en una fase de aceptacion.
Diversos acontecimientos ocurridos, hacen que "tome tierra" en esto de vivir, parece que voy reconociendo las cosas que realmente importan, y las personas que de verdad están siempre conmigo cuando alargo el brazo (Aunque ese brazo se alargue hasta el otro lado del océano).
Esto me hace recordar aquella frase que decía:
"Si lloras por haber perdido el sol, tus lágrimas no te dejaran ver las estrellas"
¡y hay tantas y tan bellas!
Las cosas se me ponen cuesta arriba por momentos, pero aun así intento que las circunstancias no me borren del todo la sonrisa.
Casualmente, ayer, después que ponía un punto y final a un acontecimiento que me ha roto la vida, llega a mi, un articulo de Ángeles Caso, que estos días circula por la red, al que me suscribo palabra por palabra. La diferencia entre esta mujer y yo, estriba en que ella parece tener algunas cosas esenciales que a mi me faltan. Pero nada de victimismo, hay miles de personas que con mucho menos, hacen de la vida, mucho mas.
Sera por el acontecimiento que rompió mi vida. O tal vez porque, a
estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas
como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque
algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha
dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo
la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco
de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me
lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo
imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles
y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la
maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y
malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias,
sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una
partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que
ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio
y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres
esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un
pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar
y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye
su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos.
Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las
huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A
los que te aplauden cuando eres princesa o reina y te abandonan cuando te ven normalita o que te salen
pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en
lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada.
Tan sólo la gloriosa compañía de mis amigos y familiares.
Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la
cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado
de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la
noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo
demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi
conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico
por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero
toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para
disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar
desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la
suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada.
Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de
ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada,
pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito
de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por
aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
El contenido de toda la entrada, la suscribo, lo pude haber escrito yo sin casi faltar a la verdad y mucho peor escrito claro, pero en fin, en un rato me subiré a mi vieja Pamplona y me iré al hospital a ver que me dicen para pasar la ITV de mi cuerpo y pueda seguir mi camino con una salud razonable, y cuando los dioses quieran...me voy en paz, espero, y "Yastá" que vivir, ya he vivido lo mejor que he podido, haber si termina bien la pelicula...jajaja
ResponderEliminarBesos y salud
India, llevo un rato conociéndote y me gusta, estoy disfrutando con tu manera de ver la vida, de escribir, con tus anhelos de un mundo mejor y más justo y, también, con las hermosísimas fotografías de Venezuela que tienes aquí.
ResponderEliminarEs todo un placer quedarme contigo, a tu lado, te lo aseguro.
Un beso lleno de gratitud.
Gracias por tus palabras Isabel....no esperaba menos de ti, por lo que he visto en tu blog, eres un encanto en poesia y ademas, una excelente escritora....
ResponderEliminarYo tambien te sigo, y desde hace ufffff..... solo que, no es hasta hace poco que decidi escribir en esto de blogs...
Besos caribeños.
Dichosos mis ojos por encontrar tu blog, fue un placer poder acercarme a ti , un fuerte abrazo
ResponderEliminarIndia: Gracias por acercarte a mi orilla desde este lado del océano.
ResponderEliminarVeo que eres una mujer con inquietudes y eso siempre es positivo. También se nota que tienes ideales, altos ideales que otros tacharían de utópicos. Yo también soy Sagitario y por eso te entiendo porque es un rasgo de nuestro signo.
Volveré a saber de tu rebeldía, India.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Gracias Ramon Bonachi !!!
ResponderEliminarAsi es Mos, veo que eres sensible como buen sagitariano, y captas enseguida el caracter y la personalidad tan solo leer lo que otra persona escribe....
Abrazos caribeños desde esta trinchera!!!! Espero volver a verlos por estos caminos.....