- Maestro – dijo Genjug-. Necesito urgentemente saber cómo usar una
espada para vengar la muerte de mi padre, este odio no me deja en paz.
- Claro -dijo Hugen sin inmutarse-, pero necesito que me hagas un favor, debo llegar hasta la cima de aquella colina, podrías ayudarme a cargar esos costales, y cuando lleguemos, te prometo que te enseñaré.
- Claro -dijo Hugen sin inmutarse-, pero necesito que me hagas un favor, debo llegar hasta la cima de aquella colina, podrías ayudarme a cargar esos costales, y cuando lleguemos, te prometo que te enseñaré.
Genjug, pensó que era lo justo y sin decir palabra tomó los costales
pesados y ambos emprendieron el viaje. Aunque tuvo cierta inquietud por
saber que contenían, no preguntó nada, porque imaginaba que lo más
probable era que contuvieran algo muy importante para Hugen. Pero al
llegar a la cima no aguantó más la curiosidad y ansioso preguntó:
¿Y los costales maestro, que contienen?
Hugen sin inmutarse otra vez, tomó los costales, los abrió y sacó de
su interior montones de piedras que arrojó cuesta abajo diciendo: Ah,
sólo piedras sin valor.
Al ver aquella escena Genjug gritó como loco:
- ¡Qué, he venido hasta aquí soportando este cansancio, cargando esos costales inútiles que sólo contienen piedras sin valor, y que aparte no sirven para nada. ¡Acaso está usted loco!
- ¡Qué, he venido hasta aquí soportando este cansancio, cargando esos costales inútiles que sólo contienen piedras sin valor, y que aparte no sirven para nada. ¡Acaso está usted loco!
El maestro sin inmutarse por tercera vez, contestó:
- ¡Qué, has venido hasta mí, para aprender el arte de la espada cargando ese odio de venganza y ese rencor inútil que no sirve para nada. ¡Acaso estás loco!
- ¡Qué, has venido hasta mí, para aprender el arte de la espada cargando ese odio de venganza y ese rencor inútil que no sirve para nada. ¡Acaso estás loco!
En ese momento Genjug se iluminó y prefirió aprender…el arte del perdón.
V. H. Orduña
Y cuan poca gente sabe perdonar... con lo sencillo que es. Llenos de prejuicios, dogmas, dignidades, verdades y rigidez.
ResponderEliminarNo me gusta el rencor. Creo que no me cabría en el pecho.
Besos, rebelde.
Existe mucho orgullo tonto dentro de nosotr@s que hace muy mal... tanto a nuestro cuerpo y alma como al del otro/otra...
EliminarBesos